Y por sospechoso se refieren a que lucía “andrógino” y “gay” para ellos, como si eso fuera justificación para detener arbitrariamente, violar, torturar y asesinar a alguien. Esto sucedió la mañana del 21 de julio cuando José Eduardo Ravelo Echeverría caminaba cerca del parque San Juan por las calles del centro histórico de Mérida, Yucatán, en busca de empleo.
En ese lugar y a plena luz del día fue interceptado por policías locales quienes lo detuvieron por verlo “sospechoso”.
María Ravelo, madre de José Eduardo, viajó de Veracruz a Mérida tras lo sucedido. Aseguró a medios que nadie ayudó a su hijo, quien finalmente murió el 3 de agosto mientras era atendido en un hospital por las heridas ocasionadas por policías, tras los abusos sexuales que el joven contó a su madre.
“Primero lo violaron en la patrulla, lo golpearon, y después lo violaron en la cárcel. Él me dijo que fueron varios policías”, explicó en entrevista a medios locales. “En un video se ve, según me dijo el abogado de la Fiscalía, que cuando estaba adentro (de la cárcel) se escuchaban gritos y nadie lo ayudó”.
María denunció lo sucedido desde la funeraria donde velaron a su hijo, y después fue hasta el Palacio de Gobierno de Yucatán con el ataúd de José Eduardo para exigir justicia por su muerte.
“Cuando llegué encontré a mi hijo vomitando sangre, no podía moverse. No nos atendieron como esperaba, el doctor sólo le preguntó que si era gay y yo le respondí que no, y aunque lo fuera nadie tiene derecho a golpearlo y violarlo”, dijo a medios.
El acta de defunción, agregó la señora, señala que la causa de muerte fue síndrome de disfunción orgánica múltiple y politraumatismo.
Tras días de silencio, y hasta que el caso llamó la atención a nivel nacional, el gobernador Mauricio Vila y el alcalde de Mérida Renán Barrera (ambos panistas), se pronunciaron al respecto y se detuvo a policías involucrados.
Te recomiendo leer el hilo de Twitter de la activista Jazz Bustamante donde expone y pormenoriza el caso: